sábado, 11 de diciembre de 2010

Carta para ella

Jódete.
Púdrete.
Anda, lárgate.
Lárgate de una puta vez.

Sé feliz con tu mierda de sueños simplones:
_______________una casa,
________________un auto,
______un trabajo formal,
________un novio formal,
________una boda formal,
________________un hijo,
un nuevo edredón blanco.

Lárgate, pero lárgate de una puta vez.
Ve y asfíxiate con tu felicidad.
Anda, ve, vete.
.
______________________
Te extraña,
______________________L

martes, 7 de diciembre de 2010

Letras nada huerfanas III

Himno a Satán de Leopoldo María Panero


«Ten piedad de mi larga miseria»
Le fleurs du mal
Charles Baudelaire


...Tú que eres tan sólo
una herida en la pared
y un rasguño en la frente
que induce suavemente a la muerte:
tú ayudas a los débiles
mejor que los cristianos
tú vienes de las estrellas
y odias esta tierra
donde moribundos descalzos
se dan la mano día tras día
buscando entre la mierda
...la razón de su vida;
yo que nací del excremento
...te amo
y amo posar sobre tus manos delicadas mis heces.
Tu símbolo es el ciervo
y el mío la luna:
.................que caiga la lluvia sobre
...nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
como el suicidio, sueño
sin ángeles ni mujeres
desnudo de todo
salvo de tu nombre
......de tus besos en mi ano
y tus caricias en mi cabeza calva
rociaremos con vino, orina y sangre
...las iglesias
regalo de los magos
y debajo del crucifijo
aullaremos.
.
.
"Poemas del manicomio de Mondragón"

Porque no sólo de letras vive el hombre VI

Con ustedes --y con mi espíritu--, el demonio de la guitarra vía flamenco: Paco --el pelucas-- de Lucía. Démosle un fuerte aplauso, por favor:


sábado, 4 de diciembre de 2010

Enhorabuena homovidens VI

Hemos pasado la media decena de publicaciones en esta sección, y para celebrarlo he seleccionado a Gustave Coubert (1819-1877), con su famosa y durante tantos años enclaustrada pintura de L'Origine du Monde (El origen del Mundo). Se murmura que fue creada por allá de 1966-67 y fue expuesta hasta 1995.
.
Y hay mucho revoleteo con esta pintura. Algunos se preguntan quién fue/es la modelo. Otros dicen que Coubert no tuvo modelo, que copió la imagen de Google o alguna foto porno. Otros continuan dándole vueltas al título. Otros aseguran que la modelo estaba preñada y por eso el abombamiento en el costado izquierdo de la mujer. Otros dicen que solamente había cenado mucho. Otros sólo se pierden en el bosquecillo oscuro. Y otros todo (o nada de) eso al mismo tiempo.
.
Acá les dejo la imagen, que les sea de provecho:
Pero a todo esto: ¿qué opina el púbico, perdón, público? En mi opinión sólo me queda decir: ¡Enhorabuena homovidens!
P.D. Da clic en la imagen y aprecia a fondo los pixeles.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Verdad y Mentira

Hace mucho mucho tiempo nacieron unos gemelos. Uno se llamaba Verdad y el otro Mentira. Con el paso de los años los hermanos crecieron.
Un día una niña llamada Curiosidad los vio y se acercó a ellos. Al verlos idénticos les preguntó que quién había nacido primero de los dos.
—Yo nací primero —dijo uno.
—No, yo nací primero —dijo el otro.
—¿Y tú quién eres? —preguntó la niña al primero de ellos.
—Yo soy Verdad.
Y el otro refutó de inmediato:
—No, tú eres Mentira, yo soy Verdad.
—No, eso no es cierto. Tú eres Mentira y yo soy Verdad.
Y empezaron a gritarse y a estrujarse y a golpearse.
En eso pasó una mariposa negra volando y Curiosidad se fue corriendo detrás de ella.
Los gemelos actualmente siguen discutiendo quién es quién en el mismo lugar. Mientras que Curiosidad se dedica a matar gatos.

1. De cuando se canta el cuento: NACHO VEGAS - BABY CAT FACE

Hoy es uno de diciembre: cumple años mi apá. Y de regalo le abro esta nueva sección titulada De cuando se canta el cuento. Y trata precisamente de eso. Y para inaugurar he elegido "Baby Cat Face" del español Nacho Vegas. Que nos cantacuenta lo siguiente:


Ya conocéis a Miss Carrusel,
os presentaré ahora a otra mujer:
ojos de felino y un gran corazón
en un mundo gobernado por el horror.
Esquerita le pusieron al nacer
pero todos la llamaban Baby Cat Face.

Toda la inmundicia de Nueva Orleans
fue más de lo que pudo soportar.
Grita una mañana "he de huir de aquí".
La miseria humana no conoce fin.
Pero Baby no te puedes esconder,
sabes que es inútil Baby Cat Face.

Quiso apartarse del camino del mal,
hizo votos de silencio y castidad,
se unió al templo de la purificación,
de los bañados con la sangre del buen dios.
Lo dejó todo y se abrazó a la fe:
y nació la hermana Baby Cat Face.

Nadie te avisó jamás
de lo dura que puede ser la verdad.

Una noche aciaga de sexo y alcohol,
desoyendo los dictados del señor,
un hombre culigordo que leía a Verlaine
la dejó preñada en un grasiento hotel.
"Sucio putañero me vengaré",
gritaba entre sollozos Baby Cat Face.

Aquel tipo aprendió cuando un bendito caimán
entró en su cama y destrozó su yugular.
Baby ya vengada pudo dar a luz
a un bebé llamado Ángel de la Cruz,
que declamó en latín nada más nacer
mientras agarraba el pulgar de Baby Cat Face.

Una voz le dijo: "nada has de temer".
Y se arrojó al vacío desde un planta diez.
¿Quién la culpará por perder la razón
entre tanto odio y depravación?
Brillará una estrella y así sabréis
que allí nos contempla Baby Cat Face.

No, nadie te avisó jamás
de lo dura que puede ser la verdad.

No Baby, no lo intentes comprender,
no vale la pena.



viernes, 12 de noviembre de 2010

jueves, 11 de noviembre de 2010

Porque no sólo de letras vive el hombre V

Hace un par de días me puse a platicar con Sandy, una amiga toluqueña, y empezamos a cambiar links de videos. antes de irse me deja un último link diciendo que si conozco a Esquivel, que a ella le gusta mucho. Yo abro con curiosidad el link y me encuentro con:



Y resulta que a primera y segunda y tercera oída, me fascinó. Me puse a curiosear en Internet, y resulta que Juan garcía Esquivel, mexicano, ya difunto físicamente, pero que a finales de los 50's causó revuelo, hasta donde tengo entendido, dando origen al lounge. Cuenta con un montón de singles igual o más pegajosos. Y otro detalle, más bien curioso, es el mismo que compuso la banda sonora de la serie infantil de hace ya tantos años Odisea Burbujas. De lo que se viene a enterar uno.


Para bajarse los discos en Taringa:
http://www.taringa.net/posts/musica/2998484/Juan-Garcia-Esquivel---6-discos-del-genio-musical.html

Jornadas oníricas [fragmento II]

De pronto sonó en todo el edificio otra canción: “Aneracam al”. Y eso sólo puede significar una cosa: hay que regresar a los cubículos. Todos regresamos a nuestros trabajos.
Trabajamos.
Bueno, trabajaron: yo me levanté y me enclaustré en el baño. Y mientras estaba sentado en el escusado la temperatura del lugar comenzó a subir: resulta que el cesto de basura, que era de plástico, empezó a arder. Fue curioso: el plástico suele derretirse de inmediato. Pero esta vez no se derritió. Pensé que todo era mera ilusión mía. Pensé: quizás el desayuno resultó alucinógeno. De pronto escuché una voz grave: tipo Barry White: preguntaba por un hijo. No le di importancia: seguí con lo mío. Volvieron a llamar. Entonces me di cuenta que la voz se dirigía a mí. Identifiqué de dónde provenía la voz: del cesto en llamas.
—¿Hijo? ¿Puedes escucharme, hijo mío?
—¿Quién habla?
—Hijo mío, te he elegido.
—¿Me ha elegido? ¿Para qué?
—Tú serás el nuevo profeta.
—¿Nuevo qué?
—Profeta: el nuevo profeta.
—¿Pero quién eres?
—Yo soy el que es, era y será.
—¿Quién?
—Hijo mío, yo soy tu dios.
No le presté atención: me limpié el sudor de la frente con la punta de la corbata. Concluí: en efecto, estoy alucinando feamente: sino por el desayuno quizás por el calor del lugar. Es bien sabido por todos: los cuartos de baño en los hormigueros son muy calurosos: es una técnica que emplean para que los empleados no demoren (demoremos) más de lo necesario. Como que perdieron intensidad al notar mi indiferencia: las llamas del cesto. Luego retomaron brillo y calor y la voz agregó:
—Hijo mío: te he elegido para ser un profeta más.
Pensé: el hecho de que sea él, el que es, fue y será no le da permiso de hacer tal visita en tal momento. Así que algo molesto le respondí que qué quería de mí.
—Te he elegido como profeta: el último: el definitivo.
—Y eso qué o cómo.
—Verás, hijo mío: es una tarea especial. Todo profeta: tiene que sacrificar su…
—Ah, no. Entonces no: gracias.
—¿Cómo?
—Que ahorita no: gracias.
—Bueno… verás, hijo mío: en realidad no es tan difícil: yo desvelo la palabra y tú te encargas de hacerla saber: de regar la semilla con todos tus hermanos.
Me quedé callado: concentrado en lo mío. Busqué algún periódico o revista o algo que leer: algo en que entretenerme. Pero no encontré nada.
—¿Tienes con que anotar, hijo mío?
—No: ya le dije que no me interesa.
—¿Listo?
—No.
—Comienzo por el principio:…
—Oiga, oiga: ¿no podría volver luego?
—¿Cómo?
—Sí: en un momento menos inoportuno.
—No: esto es palabra de dios, del altísimo. Hijo mío: sólo aparezco muy de vez en cuando.
—Verá, señor: la verdad es que no me interesa.
—¿No te interesa qué?
—No me interesa: ser un profeta.
—¿No te interesa ser un profeta más de dios, del santísimo, del supremo, del dios de dioses, del dios de los cielos?
—No.
—¿No?
—No.
—Oh… yo pensé que… bueno, tú sabes… que…
—No: disculpe. No me interesa ser profeta de ningún dios por ahora: quizás la próxima.
—Pero…
—No.
—Pero hijo mío, acaso ¿no te intriga saber qué mensaje pueda develar al pueblo? ¿No te intriga saber quién será el pueblo elegido en esta ocasión?
—No.
—¿No?
—No.
—Oh…
Tomé un poco de papel sanitario: lo agité: como gesto de estoy-ocupado.
—No, hijo mío. Esto no está bien, es que…
—¿Qué?
—Es que parece que no entiendes bien quién soy yo: yo soy el dios de Isaac, el dios de Jacob, el dios de Moisés, yo soy…
—¿Y?
—Y… —arrastró la palabra por unos segundos.
—¿Y?
—Bueno: ¿a poco no te intriga saber qué mensaje pueda develar para estos tiempos?
—No.
—¿No?
—No.
—¿A poco no te enorgullecería llegar a ser el que esparza la nueva semilla del verbo?
—No.
—¿No?
—No.
—Oh… bueno: ya veo. Yo, bueno, hubiera imaginado otra cosa: que sí.
—Pues no.
—¿En serio?
—En serio.
—Oh… entiendo.
—Me alegro.
Se hizo el silencio por un momento. Luego la voz agregó:
—Disculpa: no sé si… ahora que me he manifestado… que estoy aquí: contigo… ¿no tendrás alguna preguntilla… qué hacerme?
Me rasqué el codo izquierdo: con el fin de maquillar lo incómodo del silencio. Después respondí:
—No.
—¿Cómo?
—Que no.
—¿En serio?
—En serio, no.
—Hijo mío: ¿bromeas?
—Por supuesto que no.
—¿No?
—No.
—No te creo: todos, absolutamente todos, en algún momento de su vida se enfrentan a alguna pregunta que no le encuentran respuesta por ning…
Lo interrumpí:
—No, gracias. Ahorita no, señor.
—¿Seguro? Mira que esta oportunidad…
—Está bien, está bien.
Las llamas del cesto como que se emocionaron: se acentuaron.
—A ver… sólo déjeme recordar alguna…
—Adelante, hijo mío. Adelante: tómate el tiempo necesario.
—Ya: ahora recuerdo una: qué fue primero: ¿el huevo o la gallina?
Se hizo el silencio por un momento. Y después dijo:
—Bueno, hijo mío, verás: yo soy dios, tu dios, el dios de Noé, el dios de Daniel, el dios de...
—¿Y?
—Bueno: ¿recuerdas a tus hermanos ancestrales? Yo soy el que los sacó de la esclavitud: de Egipto. Yo soy quien…
—¿Y?
—Bueno, hijo mío, verás:…
—¿Qué?
—Es que… pensé: va a preguntarme algo con aires filosóficos, antropológicos, algo histórico o profético o religioso. Sin embargo…
—¿Sabe o no sabe?
—Verás, hijo mío: parece que no has entendido bien quién soy: yo soy Yah…
—¿Sabe o no sabe?
—¿Cómo?
—¿Sabe o no sabe?
—Bueno, pues… no: eso no lo sé.
En eso acabé mis necesidades e ignorando el cesto en llamas: me levanté y tiré el papel en el escusado y después, sin lavarme las manos y sin bajarle al escusado, salí del cuarto de baño: regresé a mi cubículo.

jueves, 16 de septiembre de 2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

Porque no sólo de letras vive el hombre IV

Jornadas oníricas [fragmento]

Cuando desperté era tardísimo. Miré el reloj y hacía treinta minutos que tenía que estar en el trabajo. Agarré del pescuezo mi gallo y lo tiré por la ventana (tenía que jubilarlo hace un par de años). Pensé en ducharme pero no, ya era muy tarde, así que sólo nadé en la alberca 20 metros. Me salí de la alberca. Me sequé dando unos saltitos. Me monté en mi rana con alas y me fui al trabajo.

El tráfico, por lo mismo que ya era tarde, no era la gran congestión. En la puerta del hormiguero estaba el perro guardián. Le saludé y me gruñó, me enseñó los dientes: babosos, amarillosos, con sarro. Saqué un hueso de mi portafolio y se lo arrojé, él salió corriendo tras de él. Entré al hormiguero, todos se encontraban en sus cubículos, trabajando. Llegué a mi sitio. Todo estaba en orden. Agradecí no sé a quién que pasé como inadvertido por todos los pasillos. Y empecé a trabajar.

A la hora del almuerzo me dirigí al comedor. Nadie comía, todos platicaban. Yo me acerqué al microondas. De un agujero de la pared saqué un par de huevos. Los metí al aparato. Le puse un minuto y luego presioné START. A los treinta segundos abrí la puerta del aparato. Saqué mi par de huevos. Los estrellé en la mesa con cuidado y de adentro salieron unos pollitos como rostizados (aunque más bien tenían aspecto de insectos). Me los comí, estaban buenos. Sobre todo crujientes. Se acabó la hora de descanso y regresamos todos a nuestro trabajo.
Trabajamos.

Así hasta la hora de salida. En la hora de salida llegué por algo para cenar. Por algo barato: hamburguesa doble de carne de diputado, una orden de higos fritos y un té de tierra mojada con lluvia (ah, qué olor). Pasé por la gasolinera y llené el estómago de mi rana voladora.
Cuando llegué a casa, mientras me estacionaba, pasó la hija de la vecina. Me chifló, y me gritó “Quien fuera toalla pa’ secar tu cuerpito”. Le mostré mi combo alimenticio, le saqué la lengua, quiero decir que le saqué la lengua, la de ella no la mía. Puse mi pulgar sobre ella. Me mordió el dedo, me lo arrancó. Grité fuerte y empecé a rezar el Madre Nuestra. Ella se asustó, salió gimiendo, corrió.

Por fin entré a mi casa. Mi pez dorado me trajo las pantuflas. Pensaba en desvestirme para cenar a gusto, pero fue justo en ese momento que me di cuenta que no andaba vestido. Me encogí de hombros y me puse a cenar. La carne estaba un poco correosa, pero lo demás estaba bueno. Me acosté en la pared, bocabajo. Y me puse a dormir.

Letras nada huerfanas II

La segunda visita a este orfelinato nos la hace Max Aub con un estupendo cuento -de mis favoritos- que cuelgo a continuación:


Hablaba y hablaba...
Max Aub

Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.

Cortesía de CiudadSeva:

jueves, 19 de agosto de 2010

Enhorabuena homovidens III



Rojo cielo

Y entonces el cielo, todo el cielo, de un solo golpe cambió de color. Se olvidó del melancólico azul y se tiñó de rojo. El cielo como un mar estático de magma. Y las nubes. Las hermosas nubes blancas también cambiaron. Ahora las nubes son algodones de pus. Amarillosas. Viscosas. Flotando. Flotando como globos gelatinosos por todo el telón celestial. Y mi cabeza dando vueltas como un carrusel epiléptico. ¿Mi cabeza? ¿Vueltas? No. No es mi cabeza la que da vueltas. Es algo adentro de mi cabeza. ¿Mi mente? Mi mente en un nauseabundo movimiento de traslación y rotación. ¿Me he quedado solo? Mi mente gira y da vueltas adentro de mi cabeza. ¿Solo? Mi cabeza como un tablero para que juegue mi mente. ¿Cómo es que he llegado a todo esto? Mi mente que se retuerce por el tablero: avanza y retrocede casillas a su gusto, no al mío. El tablero me parece más bien una jaula. Una vulgar jaula de sesos, huesos, piel, cabellos. ¿Asco? Mi mente como el espacio exterior: solo, oscuro, enorme. Y no es que sea racista, pero no quiero acostumbrarme a esta negra soledad. No quiero que ella juegue conmigo como el infinito juega con el universo. Cierro los ojos con toda mi fuerza. Y el silencio me susurra al oído que todo está bien, que se ha hecho mi voluntad hasta en el cielo como en la tierra, me pide de favor que me tranquilice. Pero no puedo. Esta náusea no cede, la percibo en mí, sé que está dentro de mí, pero no sé con exactitud dónde. Abro los ojos. Y mi camisa y mi pantalón y mis zapatos y tú, tú también, y el piso y mis manos y el cuchillo, todo, todo está cubierto de cielo. Ahora todo es cielo frente a mí, sobre mí, sobre ti. Siento las gotitas de cielo lanzarse kamikazmente desde la punta de mi nariz. Siento al cielo reptando sobre mis labios. Sobre mis manos. En mi cuello. En mis mejillas. Siento el cielo lacerando mi piel. Se cuela por mis poros abiertos. Y abro mis labios. Y asomo la punta de mi lengua. Y pruebo el cielo. Y el cielo sabe a esclavitud: tiene el mismo sabor que tienen las cadenas y las monedas.

Porque no sólo de letras vive el hombre III

martes, 27 de julio de 2010

jueves, 15 de julio de 2010

La mendiguilla indomable

Llegué al hospital (al IMSS) cuando faltaban diez minutos para las ocho de la mañana, y ya había más de diez personas antes que yo en la fila. Le di mi nombre a la secretaria y me dijo sin dejar de mascar su chicle:

— Siéntese, joven. Yo le aviso cuando le toque.
Me senté en una de esas incomodas sillas de plástico con forma de huevo. Cinco minutos después de haberme sentado, por Dios, ya sentía las nalgas entumecidas. Enseguida me dediqué a dormitar y esperar mi turno.

El doctor llegó, con su taza de café, a las nueve y media y comenzó a consultar quince minutos después. Para ese entonces la sala de espera parecía un atiborrado enjambre de enfermos y sus acompañantes: unos estaban en silla de ruedas, otros con férulas y muletas, alguno que otro arrinconado sobre una camilla, otros solo llevaban alguna venda; algunos lucían sanos y limpios, otros sanos y sucios, otros lucían enfermos pero limpios, y otros que lucían, de plano, muy jodidos: enfermos y sucios; otros se dedicaban a leer el periódico más amarillista de la ciudad. Total, había un poco de todo.

Con dos pacientes el doctor había tardado más de cuarenta minutos. Para las once de la mañana las consultas comenzaron a agilizarse. El paciente entraba y quince minutos después ya estaba afuera con receta en mano. Luego, se escuchaba la voz de la secretaria pronunciar el nombre del siguiente afortunado. Eso sí, sin dejar de mascar su chicle.
Casi al mediodía, ya fastidiado de esperar, aparecieron, como de la nada, un par de chiquillos a proporcionar algo nuevo para mirar. Era una niña como de cuatro años y un niño como de siete. Éstos lucían harapientos y despeinados, y se paseaban cándidamente entre las filas pidiendo dinero. Cuando llegaron frente a mí sus ojillos daban muestra de que hace pocos minutos aún estaban durmiendo, y que así como se levantaron comenzaron a mendiguear. Incluso, hasta les pude ver una mancha blanca, granulosa y seca, en la comisura de los labios, ésta se expandía hacia alguna de sus mejillas. Cuando los niños se disponían a exponerme su liturgia matutina con fines de extraer algunas de mis monedas, la secretaria del chicle les habló con un acento tierno, pero sin dejar de lado el timbrecillo vulgar.

— Oigan, mijos, vengan.

Los niños caminaron con timidez hacia ella. Quizás creyeron que los iba a correr del lugar.

— ¿Con quién vienen? —les preguntó la secretaria.

Ellos callados, con la mirada baja.

— ¿Vienen con su mamá?

El niño se armó de valor y movió la cabeza de manera negativa. La pequeña, la de cuatro años, juntó sus manitas, asustada. La secretaria vio que todos mirábamos la escena. De manera insólita toda la sala estaba en completo silencio. Todos observábamos.

— No tengan miedo —dijo la secretaria. Arrancó un pedazo de papel y colocó el chicle sobre él. Después lo hizo bolita y lo arrojó al bote de la basura.

Los niños medio levantaron la cabeza. La secretaria hizo una mueca en gesto de confianza, intentaba ser amigable con ellos.

— ¿Están pidiendo dinero?

Los dos niños movieron la cabeza hacia abajo y hacia arriba.

— Miren, si gusten ayúdenme a acomodar todos estos papeles, y a sacar la basura. Y cuando acaben…

De la misma manera que habían aparecido los niños, de quién sabe dónde, llegó una señora como de unos treinta años, bajita y gorda y fodonga, y cuando pasó con felino movimiento frente a mí, le pude ver los mismos ojillos inflados y la misma mancha blancuzca en los labios, como los niños. Se paró frente a la secretaria y preguntó con brutal franqueza:

— ¿Qué les está haciendo a mis hijos? ¿Eh?

La secretaría cambió la mueca a una sonrisa. Y la madre fodonga agregó:

— De seguro los está regañando. ¿Los está regañando, mijos? —Los niños ni siquiera se movieron— ¿Los está regañando, verdad? Vieja horrible.
— No, oiga —agregó la secretaría en tono amigable—. Hasta eso, les pregunté si andaban pidiendo dinero, y ellos dijeron que sí. Y yo les explicaba que si me ayudaban a acomodar estas hojas, y a sacar la basura, yo les podía ayudar…

La señora fodonga frunció violentamente la boca y replicó orgullosa:

— Vieja pendeja, que no ve que andamos pidiendo dinero, no trabajo.

Todos nos quedamos sorprendidos e incómodos ante la situación. Bueno, salvo dos tipos, de dos filas más allá, que sí soltaron la carcajada. La señora fodonga clavó sus garras como un águila en los cuellos infantiles, y se dirigió indignada y con paso veloz a la puerta. Un señor se le paró enfrente e intentó explicarle el malentendido pero la señora respondió con “solemnidad”:

— ¡Cállese, viejo baboso! — Y continuó su feroz retirada. Llegó a la puerta y de un manotazo la abrió. Salieron.

Los dos tipos de la otra fila se estaban meando de risa. La secretaria se puso a acomodar los papeles. Unas señoras comenzaron a decir que qué grosera se ha vuelto la gente en estos días. Y la mayoría nos hicimos pendejos, como si no hubiera pasado nada: unos retomaban su periódico, otros retomamos sólo la espera.

viernes, 18 de junio de 2010

Porque no sólo de letras vive el hombre II

De la estupenda Un hombre sin pasado (2002) de Aki Kaurismaki, esta estupenda pieza musical:


martes, 8 de junio de 2010

Letras nada huerfanas I


Canción de la niñez (Lied vom kindsein)


Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito,
frecuentemente se sentaba en cuclillas
y echaba a correr de pronto,
tenía un remolino en el pelo
y nunca posaba cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que en verdad es mala?
¿Cómo es posible que yo, el que yo soy, no fuera antes de existir;
y que un día yo, el que yo soy, ya no seré más éste que soy?

Cuando el niño era niño,
le costaba tragar las espinacas, los chicharos,
el arroz con leche y la coliflor al vapor.
Y ahora come todo y no por obligación.

Cuando el niño era niño,
despertó una vez en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, con suerte, sólo en ocasiones.
Imaginaba claramente un paraíso,
y ahora, cuando mucho, lo adivina.
Nada podía pensar de la nada
y ahora se estremece ante ella.

Cuando el niño era niño,
jugaba abstraído,
y ahora se concentra como antes
sólo cuando se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño,
como alimento le bastaba una manzana y pan
y hoy sigue siendo así.
Cuando el niño era niño,
las moras le caían en la mano como sólo caen las moras
y aún sigue siendo así.
Las nueces frescas le eran ásperas en la lengua
y aún sigue siendo así.
Encima de cada monte ansiaba un monte más alto,
y en cada ciudad ansiaba una ciudad todavía más grande…
y aún sigue siendo así.
En la copa de un árbol cortaba las cerezas emocionado
como aún lo sigue estando.
Era tímido ante los extraños
y aún lo sigue siendo.
Esperaba la primera nieve…
y aún la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
lanzó un palo como una lanza contra un árbol…
y ésta aún sigue ahí, vibrando.



Escrito por Peter Handke para la película Las alas del deseo, dirigida por Wim Wenders.



domingo, 6 de junio de 2010

Si tan sólo hubieras sido sincero

La noche, la lluvia, el frío… si tan sólo hubieras sido sincero … las calles, las luces, los charcos… si tan sólo hubieras mentido de manera genuina, creíble… el viento, el árbol, el columpio… pero no, nunca quisiste hacer las cosas bien, nunca… el auto, la pared, la sombra… de no haber mentido, o de haber mentido bien, créeme cariño, todo hubiera sido diferente… los arbustos, la ventana, las cortinas… si solamente hubieras sido sincero, no conmigo, no, contigo mismo… la puerta, la cerradura, la llave… pero no, el señor no pudo serlo, no quiso serlo… la entrada, la oscuridad, el silencio… no, no quisiste ni siquiera intentarlo… las fotografías, los recuerdos, la ira… no por mí, no, no se trataba de mí… la cocina, el cajón, el pica-hielo… era por tu propio bien, cariño… el comedor, la sala, el pasillo… te importó un carajo todo: nuestras charlas, nuestros sueños, nuestro amor, pero sobre todo el amor… la puerta, la recamara, él… traicionaste toda la confianza… él, dormido, imperturbable… aparte de puto, ¡mentiroso!... el cuello, el pica-hielo, el cuello… y mandaste todo al caño, ¡todo!... los ojos, abiertos, más abiertos… ¡puto mentiroso, mentiroso!... el pecho, el cuello, el pecho… ¡puto mentiroso, mentiroso de mierda, mentiroso!... las manchas, los sollozos, las lágrimas… a estas alturas, todavía me cuesta trabajo creer que te creí… el sudor, el cansancio, las lágrimas… mentiroso… el silencio… silencio… silencio…

martes, 18 de mayo de 2010

Vocabulario

VOCABULARIO
Yo sólo cuento
con nueve palabras
en mi...

jueves, 13 de mayo de 2010

Hola, míster Revolucionario!

Hoy he visto en una de esas ventanillas del MSN, que aparecen rinconeramente en la pantalla, una bandera roja con un símbolo amarillo y unas iníciales también amarillas: G. J. R.
Y de nick pude leer: “!!!!Vientos de livertad, Sangre combativa!!!!”
Y yo pensé en saludarlo con: “Hola! Esperanza del color del esperma, revolucionario como el pelo de mis axilas... cómo le va, mr. Marxito?”
Pero no lo hice. Supuse que podría tomarlo como ofensa en vez de un cumplido poético o ya deaperdis cómico. En cambio, le saludé:
“Eit... cómo van los vientos libertinos por allá?”
Y él:
“ola.... nada de libertinaje, solo revolución revelde (con causa) xD”
Y yo:
“je... muy bien, suerte con ello, hermano...”
Y él:
“nada de suerte.... la suerte no existe todo depende de cómo se agan las cosas U_U”
Y yo:
“nada de nada, todos quieren todo, pero todos hacen nada, si todos hiciéramos lo que muchos tildan de ‘nada’ quizás otra cosa nos pintara, no crees? Pero de eso nada, sin embargo, de lo otro todos, todos por la nada, y al fin de cuentas, la nada nada es”
Y él:
“me cae q tu usas las palabras a lo pendejo.... no se trata de eso.... pero es q tu no puedes disernir entre los problemas que ay, que surjen desde un problema solamente semántico, no puedes disernir entre eso y por eso usas las palabras asi”
Y yo:
“ahm... así, cómo?”
Y él:
“pues asi, a lo wey”
Y yo:
“ah, jeje... quizás y sí, eh”
Y él:
“tu siempre con tus 'quizas' y esas cosas así.... no supongas tanto, eso daña al cerebro y a la voluntad....”
Y yo:
“je, tal vez tengas razón, viejo... quizás con algo de suerte no se me pudra toda mi voluntad”
Y él:
“no!!!! es q no entiendes wey???? la suerte no existe!!!!”
Y yo:
“je... quién sabe... yo lo único que sí sé con toda certeza, viejo, es que ya siento hambre”
Y él:
“jajajajajajaja tu siempre con tu hambre wey.... si no te concentraras tanto en comer wey, y hicieras otras cosas.... me cae q otro wey serias”
Y yo:
“je... me temo que tienes razón”
Y él:
“pues no es por presumir pero si algo tenemos los materialistas-comunistas es que la razón esta siempre de nuestro lado!!!!.... U_U”
Y yo:
“je, y de cuál lado? del derecho, verdad?”
Y él:
“jajajajajaja..... mejor ya caile a comer”
Y yo:
“nos topamos luego, viejo”
Y él:
“ya caile!!!!”
Y yo:
“va... cuidece”
Y de repente la ventanilla se pintó de gris. Yo pensaba en ponerle antes un ícono de un gatito muy simpático, rojo y agitando una pata, despidiéndose —por cierto, hasta llegué a pensar que podría gustarle por eso del color rojo y porque la pata que agitaba era la izquierda—. Pero cuando puse el ícono y le di a enter me apareció un mensaje automático. Algo así como que el mensaje no podía ser entregado al remitente. Cerré la ventanilla y luego el MSN. Y por fin me fui a comer sobre mi cama, solillo y emocionado, a Pedro Páramo.

domingo, 9 de mayo de 2010

Porque no sólo de letras vive el hombre I

Con el título de esta sección queda muy claro de qué va el asunto: porque no sólo de letras vive el hombre. Así que una vez hecha la presentación, no me queda más que desearles ¡buen provecho!




http://www.myspace.com/defemme

viernes, 7 de mayo de 2010

Ego

Era el alfa y el omega de mi existencia. Era un parapléjico que caminaba en sueños. Era el que fumaba cuentos. Era una nariz andante. Era amigo de un chamán homosexual. Era al que ayudaban a subir los escalones para llegar al segundo/tercero/cuarto/cuál-sea piso. Era la A, la B y la C. Era el que escribía con la punta de su dedo en tu espalda, en tus muslos, en tu pecho. Era “un filósofo epidérmico”. Era un mata-camellones. Era el que refrescaba tu cuello sudado. Era un roba-libros exitoso. Era el empañador de parabrisas. Era la D, la E y la F. Era un conjunto de huesos amorfos, luxados, contracturados. Era el que disfrutaba de la, muy practicada y poco valorada, moco-terapia. Era el 7-33-05-96. Era el que a veces te hacía vaciar la bilis. Era el reloj de mi madre. Era el que escupía desde los puentes peatonales. Era la G, la H y la I. Era el que tenía por piernas un par de bastones. Era miope de los tres ojos. Era el que de vez en vez hacía valer su libre albedrío. Era el que para ponerse en pie necesitaba un esqueleto externo de metal y plástico y correas. Era el viejo más joven (¿o viceversa?). Era el cretino que en la fotografía de la graduación, en la prepa, se presentó con converse, jeans deslavados y una playera roja con tréboles fluorescentes. Era la J, la K y la L. Era el que danzaba sobre la cama cuando llovía. Era el que tuteaba, ya entrado en confianza, a Jesucristo, Buda, Moisés, san Cipriano, Changó, Lucifer, la Virgen de Fátima, de Guadalupe, Ganesha, el arcángel san Rafael, Kali, Adonais, Rama, la señora Muerte, Krishna. Era el culpable de que pusieran rampas en la primaria, secundaria, preparatoria, universidad. Era el de los anteojos chuecos gracias a la escoliosis. Era tu tutsi-pop. Era el eterno enamorado de Carolyn Jones. Era la M, la N y la Ñ. Era la postergación encarnada en hombre. Era el analfabeto más culto en todo mi solitario cuarto. Era el que intentó involucrarse más allá con las señoritas D, PB, A2, M2 y M3, pero que nunca lo logró con éxito porque ellas preferían novios que sí fueran constantes, formales, que sí fueran “novios de verdad”. Era un investigador de grandes historias que los demás tachaban de mitos. Era el que nadie espera nada de él. Era el que sentía picazón en la nariz tres o cinco minutos antes de que llegara la lluvia lagunera. Era la O, la P y la Q. Era “el hijo del ocio”. Era el que se anestesiaba viendo fotografías de las-personas-del-Mundo-del-Universo-de-Dios-del-Etcétera. Era el que usaba un calcetín de uno y otro de otro. Era el que tenía tanta curiosidad que en su columna vertebral terminó por forjarse un par de signos de interrogación. Era “El Ta-tua”. Era un drogadicto en potencia según la Señora del-culo-enorme-y-fofo. Era la R, la S y la T. Era “el que nunca hace nada”. Era el que copió en su examen para la primera comunión. Era el que besaba tus cuatro labios. Era “el de la silla de ruedas verde y muy práctica”. Era el que recordaba cosas de cuando tenía menos de dos años de edad, pero que no las contaba más, porque todos se burlaban y nadie lo creía. Era “el niño que atropellaron allá en el peri”. Era la U, la V y la W. Era “el pinche holgazán ese na’más encerrado en su cuarto”. Era el jovencillo que reía como bestia en la sobremesa. Era uno de esos ateos que está más consciente que cualquier dizque religioso sobre la existencia de Dios. Era tu almohada favorita. Era unos dedos largos y esqueléticos. Era el que nunca dudaba… bueno, casi nunca. Era la X, la Y y la Z. Era el que tenía los pies en la cordura y las llantas en la locura/ingenuidad/estupidez. Era el prejuicio a medias. Era el que se entristecía cuando visitaba Mix-up/Gandhi/Gonvill y miraba a los riquillos gastar media fortuna en material caca, mientras que él tenía que elegir entre un par de artículos que la mayoría consideran aburrido. Era el de la barba tremendamente escueta. Era el negligente y ermitaño jardinero de una negligente y ermitaña plantita brasileña. Era el que se masturbaba el espíritu con libros, canciones, películas. Era el E.T. en versión humana. Era el que se frustraba al ver las noticias. Era el de los huesos de cristal. Era el culpable de que leyeras estas líneas.
----------En fin: soy el que era y no era.

jueves, 22 de abril de 2010

Aviso importante !!!

Se les avisa, público en general, que aquél que sea la visita número 999 999 999 999 999 999 999 999 999 será premiado lacolzeanamente. Amiguito, amiguita, no pierdas la oportunidad de formar parte de esta gran aventura. Ponte atento, pronto llegaremos al límite (van 24 visitas). Y recuerda: sigue participando y cuéntaselo a quien más desconfianza te dé (todo el mundo). Gracias.


*Esta promoción sólo es válida mientras el autor viva. De no ser así, no será.

sábado, 17 de abril de 2010

Ocio


Me gusta soñar despierto. Y cuando eso sucede, sucede que sueño que estoy dormido. Y así cuando despierto no me cuesta trabajo darme cuenta de que ya estaba despierto, que no estaba dormido, que simplemente estaba soñando despierto.

viernes, 16 de abril de 2010

Resurrexión


Antier, cuando llegué del trabajo a mi apartamento, tiré algo por aquí y algo por allá. Luego me tiré a mí mismo sobre la cama deshecha. Pensé en hacerla antes de, pero no tenía caso, ya era de noche, ya era muy tarde, “ya lo haré mañana en cuanto me levante, o antes de irme al trabajo”. Antes de quedar noqueado por el sueño, miré por un momento, con sorpresa, que contaba con visitas: en el rincón había una gran cucaracha café, gorda y patas arriba. Estaba totalmente estática. Ni la asusté. Ni la pisé. Ni la saqué. Ni la arrojé debajo de la cama. No le hice nada. Ahí la dejé. Supuse que estaba haciéndose la muertita para que no la matara. Luego, me di cuenta que se trataba de una cucaracha y no de un perro. Así estuve, observándola. Evocando ideas relacionadas con la visita. Así durante algunos minutos antes de dormirme. Por lo general no tengo lío alguno en concebir el sueño, pero esa noche me puse a contar cucarachas que berreaban mientras saltaban una cerca hecha con palitos de cerillos usados. Después de varias —creo que no pasé del número ocho— me di cuenta de que todo el asunto era absurdo: las cucarachas no berrean. Y mejor me dormí.
________En la mañana de ayer, como de costumbre, me fui a trabajar. Ni siquiera me fijé si aún tenía la visita en el rincón. Al final del día llegué a mi apartamento. La cama continuaba deshecha. Como un día antes. Y como el otro antes de ése. Y como otro más antes de aquél. Para no acabar con la tradición tiré algunas cosas por donde fuera. Entre ellas a mí mismo. Fue hasta ese momento que me di cuenta, ya tirado bocabajo, de que la cucaracha seguía bocarriba. Sí, en el mismo rincón y con la misma posición del día anterior. Yo sentía las mismas ganas exclusivas que siento todos los días a esa hora: llegar, tirarme y dormir. Pero no lo conseguí porque la cucaracha me robó algunos minutos. Pensé que tenía que sacarla. Imaginé que si no la sacaba en ese preciso momento, los asqueles también me visitarían. Y me los imaginé saliendo del agujerillo de la pared. Caminando hacia abajo, de dos en dos. Como si fueran soldaditos, con casquitos y pequeños rifles y uniformes camuflajeados. Todos iguales. Y hasta imaginé que irían coreando alguna cancioncita como: “Va-mos-to-dos-por-la-ce-na. Por-la-ce-na-va-mos-to-dos”. Si llegara a pasar eso sería una verdadera lata. Tendría que cometer, no sé, microgenocidio o algo así con todos esos asquelitos. Luego sacar a la cucaracha y a los cientos y cientos de asqueles fulminados por mi zapato. Pensé que era algo absurdo, que en la vida real los asqueles no corean cancioncitas ni llevan uniformes. Pero por otra parte, sí tenía que sacar a la cucaracha. Eso sí. Concluí que mañana lo haría. Y me quedé dormido.
________Hoy por la mañana he despertado tarde. No me alcanzó el tiempo más que para cambiarme y salir corriendo al trabajo. Por la noche, cuando llegué al apartamento, me decepcioné bastante. Y es que durante el camino imaginé que los asqueles me habían visitado. Y que se habían llevado el cadáver de la cucaracha. Y de paso, que habían hecho la cama y acomodado todo el desorden. Pero en cuanto abrí la puerta me di cuenta de que nada de eso había ocurrido. “Hoy nadie hace nada por nadie gratis. Mucho menos los asqueles”. Y me lancé a la cama. Puedo presumir que todo estaba en orden: primero porque al igual que los otros días, el apartamento era un desastre; segundo porque yo sentía, como siempre a estas horas, muchas ganas de descansar, de dormir; y tercero porque la cucaracha seguía ahí, como una estatuita, en el mismo lugar y con la misma pose. Sentí pena por ella: ¿Cómo habrá muerto? ¿Sería soltera o casada? ¿Y si tenía que alimentar a una familia? ¿En su casa ya sabrían la terrible noticia?... Caray. Luego sentí pena por mí. Mucha. ¿Cómo es que durante tres días no me había pasado ni una de estas preguntas por la cabeza? Qué barbaridad. Y antes de quedarme dormido imaginé que, poco a poco, por la ventana, llegaban otras cucarachas. Todas vestidas de luto. Unas eran del mismo tamaño que la muerta. Otras todavía más grandes, y se fiaban de unos bastoncitos para avanzar. Otras eran pequeñitas y güeritas. Estas últimas bien podrían pasar por retoñitos de la muerta. Y luego, en círculo, se hincaban alrededor del cuerpo. Y hasta pude escuchar que empezaban, entre sollozos, el novenario: “Este rosario te lo ofrecemos, Padre Eterno, por el santo descanso de nuestra hermana. Para que alcance el perdón de sus pecados. En el nombre del Padre, del Hijo y del…”. Yo recordé que la semana pasada había dejado un vaso con café, con poquito menos de un tercio, por algún lugar del apartamento. Pensé en buscarlo y proporcionárselos. No sería la gran cosa, pero sería un detalle. Luego imaginé algo verdaderamente extraño. Una lucecilla amarilla atravesaba el techo e iluminaba el cadáver. Unos coritos angelicales inundaban el apartamento. Afuera, en la calle, el cielo se había llenado de nubes y relampagueaban. Y la difunta se sacudía epilépticamente. Después de tres o cuatro sacudidas se ponía sobre sus patas. Éstas comenzaron a despegarse del suelo: levitaba. Empezaba a subir despacito, desobedeciendo todas las leyes de la física y la lógica. Las otras cucarachas lloraban y se persignaban una y otra vez. Y gritaban “Aleluya, aleluya”. Y la iluminada, ya con varios centímetros de altura, movía sus patitas delanteras, con divina serenidad, despidiéndose de las otras, bendiciéndolas. Estoy seguro que cuando pasó frente a mí, me dijo con una hermosa vocecilla: “La paz esté contigo”, y me guiñó un ojo. Después continuó en ascenso. Me preocupé por los vecinos de los pisos de arriba. Pobrecillos. Quizás ellos también llegaban cansados y lo único que querían era dormir, y al pasar la cucaracha por sus pisos, en ascensión, podría despertarlos. Me di cuenta de que todo el asunto era el colmo de la absurdidad: las cucarachas no resucitan ni ascienden en cuerpo y alma. Dejé de imaginar. Y fue cuando me enteré de que la visita se había ido. El rincón estaba tan solitario como cualquier departamento de prevención para el sida. Supuse que no imaginaba, si no que más bien estuve dormido, soñando. Y mientras tanto, alguna araña, o los asqueles, se la habían llevado. O tal vez había dejado de hacerse la muertita y se marchó. Quién sabe. Por el momento estaba hecho polvo. Decidí mejor sacar conclusiones por la mañana, antes de irme a trabajar. Y me dormí de una buena vez.

miércoles, 14 de abril de 2010

Salud vía verbum

Ella me dice que es sano decir lo que uno siente.
_______ Y yo le digo que sí, que puede ser.
_______ Ella me dice que como no suelo decir muchas de las cosas que siento, que por eso me enfermo más fácilmente de gripe.
_______ Y yo le digo que el que no las diga no significa que no las sienta.
_______ Pero ella contraataca diciendo que con más razón debiera decirlas, me dice que decir las cosas es bueno para el cuerpo y más para el alma.
_______ Y yo no me atrevo a contradecirle, y mucho menos a decirle que qué se le va a hacer cuando a uno le ha tocado nacer torcido en cuerpo y alma.

domingo, 11 de abril de 2010

Nereida

Me han contado que hace un mes murió Nereida. Me contaron que ella era una compradora compulsiva de libros. Que compraba y compraba libros. A diestra y siniestra. A lo pendejo. Que vivía sola. Que era una morena simpática. Que trabaja de secretaria en una compañía de no sé qué. Que era joven. Y que lucía rarilla. Me dieron a entender que era un poco freak. Me dijeron que con el dinero que ganaba se alimentaba, se vestía, pagaba la renta, y con el resto, se iba a las librerías. Me dijeron que nunca compraba libros usados, sólo nuevos.
________Hasta me contaron que una vez, ya instalada aquí en Torreón, la Nereida fue a curiosear al local de un tal don Arturo. Que don Arturo compraba y vendía libros usados. Y que su local estaba bien grande, pero muy descuidado. Que aunque no todo el material que vendía era viejo, al menos todo olía así: a libro viejo. Y que el día que Nereida visitó el local, el baño estaba descompuesto. Y toda la parte trasera del local apestaba a meados secos. Que según esto el olor se había impregnado hasta en los libros. Y que a Nereida eso le dio mucho asco en la moral y en el estómago. Y que se había salido corriendo, sin agradecer, sin despedirse, indignada por el trato que le daban allí a los libros. Dicen que Nereida hasta había jurado jamás regresar por esos rumbos.
________Según esto, Nereida compraba puros libros nuevos y de cualquier tipo: de computación, de cuentos, poemarios, diccionarios, de historia, economía, fotografía, filosofía, psicología, biología, biografías, de política, medicina, esoterismo, dramaturgia, deportes, cocina, novelas de amor, de terror, de pasión, de ficción. Total, compraba libros de toda clase, sin importarle si eran buenos o no, si eran caros o no. Ella compraba democráticamente. Ah, salvo de una cosa. Que nunca llegó a comprar libros que trataran de religión. Nunca. Que de esa temática en especial, los evitaba. Y que Nereida era rara porque nunca leía sus libros. Sólo los compraba y almacenaba emocionadamente en su cuartucho. Me dijeron que ella cuidaba sus libros demasiado. Que eran una especie de hiperfetiche para ella. Que los tenía todos en el piso sobre un tapete de no recuerdo qué. Y que los acomodaba por tamaños. Que a veces los paraba: del más grande al más pequeño. O los acostaba: abajo los grandes y gruesos, y encima los pequeños. O que a veces los acomodaba por el color del lomo. Y que cuando terminaba los cambiaba de lugar. Y que después los volvía a poner como estaban antes de cambiarlos. Que a veces hasta ni comía por estar con sus libros.
________Me contaron que ella no era de aquí. Que venía del sur. Pero que por su trabajo se tuvo que mudar hasta acá: al norte. Y que llegó con una maleta roja y de mano. Quién sabe, quizás sólo con algún cambio de ropa adentro, y algunos artículos y documentos personales. Todo eso adentro de la misma maleta roja. Y que detrás de ella, en un diablito como los que usan en el departamento de frutas y verduras en las Sorianas, un montón de cajas acomodadas unas sobre otras. Y que estaban repletas de libros. Unos me dijeron que como tenía muchos libros, y no quería deshacerse de ellos, de ninguno, que para traérselos todos con ella, comenzó a arrancarles hojas a cada uno de sus libros. Ya saben, para hacerlos más delgados. Así el envío saldría más barato. Que así había liberado buena parte del peso neto del envío. Pero otros me dijeron que eso era una tontería. Que ella, con lo tanto que amaba a sus libros, que no se atrevería a arrancarles ni una sola hoja. Que hubiera sido como si en vez de libros, hubiera tenido muchos gatos, y para quitarles peso les hubiera arrancado las patitas. Yo creo en la segunda postura: que no les arrancó nada.
________Dicen que una vez pasó no sé quién por afuera del cuarto de Nereida. Que ya era muy noche. Y que al tipo éste le dio curiosidad al escuchar un sonidito raro, y que cuando se asomó por la ventanilla, que la Nereida estaba tirada sobre la cama. Desnuda. Con los ojos cerrados. Y que tenía las piernas abiertas. Y que se frotaba en la entrepierna con el lomo de un libro grueso. Algunos aseguran que no es cierto. Que porque ella quería los libros como si fueran sus propios hijos. Pero los otros alegan que el incesto ha existido desde los tiempos de la Biblia.
________Me contaron que el cuarto en el que alojaba a sus libros, y que ella usaba para dormir, está en la colonia Las Torres. Que todavía se puede ir a ver. Pero que ya lo usa la dueña del cuarto para guardar herramienta de jardinería.
________Y me contaron que con la tromba que cayó en el ‘94, con la que medio Torreón quedó sumergido a más de metro y medio de agua, sus libros, que no sabían nadar, se ahogaron. Que como ella venía del sur, y allá si llueve con normalidad, fuerte y bonito, que allá la lluvia es constante por varias horas, y no tienen líos de inundaciones en las colonias, que por eso Nereida se había confiado. Y como era su primera lluvia en La Laguna, que no estaba enterada del numerito que pasamos acá. Dicen que cuando salió del trabajo, y miró luego luego la calle con el agua hasta la banqueta, que gritó desesperadamente. Y que comenzó a jalarse de los pelos de la cabeza. Y que aventó su bolsa a donde fuera. Y que enseguida se deshizo de las zapatillas. Y que empezó a correr hacia su “casa” por las calles, entre el agua sucia, esquivando a los pocos autos que no flaquearon ante la nueva lagunilla, en la cual se convertía la ciudad gota a gota. Algunos aseguran que bramaba dolorosamente. Otros sostienen que, en todo momento, iba sollozando. Y que arrastraba las siguientes palabras con acento tenebroso: “Aaaay mis liiiibros. Aaaay mis libritos, mis liiiibros…”. Como si presintiera que sus libros sufrían en ese preciso momento, así como una madre intuye, quién sabe cómo, cuando uno de sus hijos está en peligro. Dicen que cuando llegó a la primera calle de la colonia en la que vivía, en Las Torres, la escena se elevó al cuadrado. Y cómo no. Si en esa colonia, como está en pozo, con 40 minutos de buena lluvia el agua alcanza hasta los 30 centímetros. Imagínese cómo estaría en la tromba del ‘94. Dicen que se movía con mortal desesperación. Y que el agua almacenada, y negra, le frenaba los movimientos. Como si ésta conspirara en su contra. Que cuando llegó y vio el agua hasta la chingada, que se puso blanca blanca, siendo ella tan morena desde su nacimiento. Dicen que cuando abrió la puerta, dentro era la continuación de la alberca global que se vivía en medio Torreón. Y que con fuerza sobrehumana jaló el colchón, y la tarima, y no sé qué más, y que comenzó a construir un dique afuera de la puerta. Como si la vida de todos los habitantes de la ciudad dependieran de ello. Que con las manos, ella sola, empezó a sacar y a sacar el agua de su cuarto. Unos dicen que la tromba ya no estaba tan fuerte, y que si no hubiera sido por su propio llanto, que brotaba a cántaros cada que miraba hacia el interior del cuarto, donde yacían sus amados libros ahogados, que quizás sí hubiera terminado por vaciar el lugar, porque trabajaba como un feroz marinero que lucha por salvar el barco de su buen capitán.
________Dicen que después de eso ya no regresó a trabajar. Que no quería comer. Que se puso muy mal. Pero que al principio nadie se había dado cuenta por que se había encerrado en el cuartucho, y menos se enteraron que también en sí misma. Y además, todos andaban con sus propios líos, la tromba del ‘94 fue ¡La Tromba del ’94!, y a medio Torreón incomodó, y al otro medio chingó.
________Y que finalmente la señora que le rentaba el cuarto llamó a los de salud mental. Y que sí, sí llegaron, la revisaron, y se la llevaron. Que la señora que le rentaba el cuartito les explicó a los tipos de blanco que Nereida no tenía familiares. Y que trabajaba para cuidar y hacer crecer su colección de libros. Y que no tenía nada más en el mundo. Y así fue como Nereida terminó en el manicomio. Unos dicen que cuando se la llevaron parecía una de esas momias de Guanajuato, de esas que tienen la piel seca seca, amarilla y pegada a los huesos. Y dicen que la señora, dueña del cuarto, ese mismo día, comenzó a acarrear los libros al local de don Arturo. Ya saben, donde compraban libros usados. Dicen que don Arturo no le dio gran cosa a la señora, que por que él alegaba que estaban muy dañados: duros, amarillosos, deshojados, despastados. Y que la señora aceptó. Pero que conociendo a don Arturo, lo más seguro es que hizo güey a la señora. Y así fue como don Arturo se quedó con todos los hijos de Nereida.
________Me han contado que hace un mes murió Nereida. Que en el hospital ése para locos, el que está cerca del aeropuerto. Uno de color verde. Pero que nadie se había enterado en la colonia. Que apenas supieron la noticia la semana pasada. Y lo único que a mí me consta en todo esto, es que desde entonces no la hemos dejado descansar en paz.

La nueva religión

El papa Asofío XXIV.02, en el año 2050, informó que todos los neo-católicos que no poseyeran una televisión en casa se transformarían automáticamente en herejes. Decretó que todos aquellos que no contaran con un ordenador e Internet: “so pena de excomunión”. Por otro lado, aquel que contara con ambas bendiciones en su hogar y las usara cotidianamente estaría ganándose el Post-Paraíso. Mientras aquellos que hicieran lo contrario habría que cazarlos, quemarlos, pues eran, en potencia: colegas del mal, némesis del neo-catolicismo-multimedianismo, camaradas de Satanás, supra-libertinos de mente y alma, subversivos endemoniados, revoltosos de la paz humana, apóstatas superfluos, bastardos en pro de la retrogradación, es decir, sacrílegos del progreso, filisteos del siglo XXI, ovejas ennegrecidas por el pensamiento diabólico...
________Y así siguió otros veinte minutos hablando.