lunes, 30 de mayo de 2011

Enhorabuena homovidens XI


Me pone contento el compartir con todos ustedes [aunque sean ficticios] el trabajo visual de un paisano [es torreonita], y que en cuanto vi su material pensé "De aquí soy". Y es que retrata con grato humor una realidad triste, una realidad ingrata, nuestra realidad. Un aplauso, por favor, para Jayme Sifuentes:
























Ya estaré hurtando de su trabajo y compartiéndolo por estos lugares. Pero mientras tanto, si les interesa pasar a curiosear en su blog: http://caricaturasdesifuentes.blogspot.com/

Llévese su 83 novelas, bara bara, llévela...

Alberto Chimal (1970) ha sacado su nuevo libro 83 novelas, una recopilación de micro-relatos, una voragine de microficciones. Y él mismo nos regala el acceso a su libro de manera virtual. Pero antes de pasar al link, acompañeme: una degustación:


CRAWL
El nadador llegó veloz al borde de la alberca. No se detuvo y siguió braceando a través del concreto. Ahora continúa por tu cabeza.


FUTBOL 2
A la hora del partido inaugural, 22 hormigas jugarán uno "paralelo" en la misma cancha. Su sacrificio, dicen, busca crear conciencia.


TODO SALDRÁ BIEN
El doctor tomó con una mano el bisturí, con otra las pinzas y con la tercera la máscara de la anestesia.


Para continuar leyendo, divagando, imaginando, incluso para descargarlo:
http://www.lashistorias.com.mx/descarga/83_novelas.pdf


-------------------------------------------------


NOTA: Este comercial ha sido, es y será patrocinado [aunque en realidad él no lo sepa] por: http://www.lashistorias.com.mx/index.php/archivo/83-novelas/ guarida oficial del escritor toluqueño.

lunes, 23 de mayo de 2011

Porque no sólo de letras vive el hombre XI

A la derecha del padre

Estoy sentado a la derecha del padre que carga a su hijo de tres años y en frente se encuentra una señora de pelo chino con la bolsa del mercado encarcelada entre sus piernas y a su izquierda se encuentra sentado un tipo tan alto que pareciera que va de pie y en frente de él se encuentra un tipo esquelético y de cejas pobladas que está sentado a la derecha del padre que ya ha abajado al niño de tres años. Quizás cuatro. El metro se detiene. Gente sale y gente entra. Yo sigo sentado a la derecha del padre que no suelta la mano del hijo de tres o quizás cuatros años y que enfrente se encuentra un tipo de traje que se ha peinado con medio kilo de gel para poderse lamer y que a su izquierda se ha sentado una señorita con el uniforme de McDonalds y que tiene la mirada más tierna que jamás haya visto nadie en ese metro y el tipo que está enfrente de ella no se atreve a mirarla a la cara por temor a contaminar tal mirada. No tiene el valor. Además el metro se ha detenido y la gente ha salido y entrado. Y yo sigo sentado a la derecha del padre que vuelve a cargar a su hijo de tres o cuatro años y en frente se ha sentado una señora que esconde su rostro detrás de una TvyNovelas y a su izquierda la señorita de la mirada tierna y en frente de ella un tipo que ni siquiera se atreve a sonreírle para agradecerle tal mirada. No se atreve. No tiene el valor. Ni siquiera porque se encuentra sentado a la derecha del padre.

viernes, 20 de mayo de 2011

Letras nada huerfanas VIII

Un cuento de los hermanos Grimm, esos que tanto conocemos por cuentos como Blanca Nieves y los 7 enanos o Caperucita roja o Hansel y Gretel o El gato con botas o La cenicienta o La bella durmiente o..., pero que pocos hemos leído de manera constante. Por lo general se piensa que son cuentos rosas o ñoños, por estar vinculados con Disney, pero la verdad de las cosas es que...




El divino manjar, por los hermanos Grimm

Hubo un tiempo en que vivían dos hermanas: una rica y sin hijos; la otra viuda con cinco hijos y tan pobre que no tenía pan para dar a comer a sus pequeños. Agobiada por la necesidad, fue a casa de su hermana y le dijo:

—Mis hijos padecen hambre; tú, que eres rica, puedes darme un poco de pan.

—No tengo pan en casa —y la despidió con malos modos.

Unas horas después llegó a casa el marido de la mujer rica y se dispuso a cortarse una rebanada de pan; y al clavar el cuchillo en la hogaza empezó a manar de ella sangre roja. Al verlo su esposa, asustóse y le explicó lo ocurrido. Corrió el hombre a casa de la pobre, dispuesto a auxiliarla, y al entrar en la habitación la encontró orando con los dos hijos menores en brazos; los tres mayores yacían muertos en la cama. El hombre le ofreció comida, pero ella contestó:

—Ya no pedimos alimentos terrenales. A tres de nosotros Dios los ha saciado ya, y escuchará también la suplica de los que quedamos.

Apenas hubo pronunciado estas palabras los dos pequeños exhalaron el último suspiro y la madre, estallándole el corazón, cayó también muerta junto a ellos.


miércoles, 18 de mayo de 2011

6. De cuando se canta el cuento: TIKITIKLIP - SEÑORITA ASEÑORADA

Hace varios años, una mañana ni tan fría ni calurosa, se encendió la televisión como despertador. Tenía que prepararme para ir a clases (aún tomaba clases en aulas) y escuché entre adormilado y despierto el siguiente clip, y desde ese día nació mi pre-fanatismo a Tikitiklip, y en especial a este encanto de canción-cuento:


La señorita aseñorada

Esteras y esteritas, para contar peritas.
Esteras y esterones, para contar perones.

Esta era una vez una señorita
con sombrero blanco y muchos botones.
Y esta señorita tan aseñorada
nunca se reía y siempre lloraba.

Pasó un caminante:
¿Por qué lloras, niña?
Porque ya no tengo lo que antes tenía.
¿Pero qué tenías?
Tenía una rana, que todas las noches
croc croc croc cantaba.
¿Dónde está la rana?
Se fue a la laguna.
¿Y esa lagunita?
Está llena de agua.
¿Y dónde está el agua?
Se fue por el río.
¿Y el agua del río?
Hasta el mar llegaba.

Pobre señorita, de sombrero blanco.
Pobre señorita tan aseñorada.
Yo te doy mi mano que es como una rana
y mi amor te doy puro como el agua.
Y si quieres siempre te puedo cantar
croc croc por la noche como aquella rana.
Y el buen caminante, puesto en cuatro patas,
se puso a cantar croc croc como rana.

Y esta señorita tan aseñorada,
miró al caminante y ya no lloraba.
Y le dio la mano mientras lo miraba.
Y olvidó el croc croc y olvidó la rana.
Y esta señorita de sombrero blanco
con su caminante se reía tanto.

Y se le cayeron todos los botones
y se acabó el cuento, señoras y señores.









Para curiosear más detalladamente en toda la odisea tikitiklipniana, favor de pasar acá:
http://www.ojitos.cl/