jueves, 30 de junio de 2011

martes, 28 de junio de 2011

Covers lacolzeanos presenta I

Una bonita canción recordada de los tiempos remotos e infantiles, re-editada y lacolznificada. En caso de identificarla, favor de leerla, mejor aún, de cantarla con el corito adecuado mientras se lee desde un principio. Y si pueden conseguirse una guitarra, mucho mejor. Y de conseguirse unos coros, más que mejor. Afinen garganta, desocupen sus manos, y empecemos:

Hay un crustu pugudu un lu purud / un lu purud / un lu purud (aplauso, aplauso)
Hay un crosto poguodo on lo porod / on lo porod / on lo porod (aplauso, aplauso)
Hay un cristi piguidi in li pirid / in li pirid / in li pirid (aplauso, aplauso)
Hay un creste peguede en le pered / en le pered / en le pered (aplauso, aplauso)
Hay un crasta pagada an la parad / an la parad / an la parad (aplauso, aplauso)
Hay un cristo pegado en la pared / en la pared / en la pared (aplauso, aplauso)
(Repetir desde el principio y con más ahínco.)

Low batt

Todo el 2010 le insistieron: “Ponte las pilas, Eberardo”. Todos los días, todas las semanas, cada mes lo mismo: “Anda, ponte las pilas, Eberardo”. Todos sus conocidos, sus amigos, sus familiares le repetían lo mismo: “Ya va siendo hora de que te pongas las pilas, Eberardo”. Por las mañanas: “Ponte las pilas, Eberardo”. Por las tardes: “¿Y por qué no te pones las pilas, Eberardo?” Por las noches: “Si tan sólo te pusieras las pilas, Eberardo”. Era imposible soñar y que un árbol o una lechuza o una voz sin origen reconocible no le dijera: “Ponte las pilas, Eberardo”. Tanto lo escuchó que el primero de enero del 2011 decidió ponerse las pilas. Al menos todas las que estuvieran a su alcance.


Al día siguiente despertó muerto. Bueno, más bien ni siquiera despertó. Se había puesto tantas pilas que sus restos además de comenzar a descomponerse al instante, resultaron tóxicos. Lo tuvieron que enterrar en un depósito especial, en uno de esos que se encuentran en los supermercados. Obvio, hubo mucho café y muchas galletas.


Toda la semana, en todo momento, todos decían: “Un jovencito tan encantador, tan emprendedor, siempre haciendo tantas cosas, ¿verdad?” Todos sus conocidos, sus amigos, sus familiares: “Siempre tan literario, nada litigioso, siempre tan literal”.


A finales del mes nadie se acordaba de Eberardo.


En febrero comenzaron a aconsejar a un tal Edgardo: “Ya va siendo hora de que te pongas las pilas, ¿no crees Edgardo?” En todo momento, tantas veces, todos sus conocidos: “Por favor, Edgardo, ponte las pilas”.

“Ponte las pilas, Edgardo”.


“Si tan sólo te pusieras las pilas, Edgardo”.


“¿Y por qué no te pones las pilas de una vez, Edgardo?”

Porque no sólo de letras vive el hombre XII

Por lo general en esta sección he puesto cosas sin letras. Y en esta ocasión (¿es parte del bloque surrealista del mes?) he anexado este video que, sí, tiene letra, pero como está en inglés y no le entiendo es como si no me dijera nada literariamente. Además lo disfruto y me gusta tanto, tanto la canción como el video, que por eso lo he colgado acá. (Me recuerda mucho al D.F.)

La canción de los Wave pictures, el video del Eduardo Benchoam. ¡Que sea de provecho!




Letras nada huerfanas IX




Es bien sabido que acaba de morir Carrington hace días. Es bien sabido que además de pintar escribía. Es bien sabido que era... peculiar, tanto en vida como en obra, la señora. Es bien sabido que aún así pocos son los que le han —hemos, kimosabi— entrado a la obra de Leonora en la actualidad. Es bien sabido que todo eso es bien sabido.

Por mi parte, hace escasos días, acabo de dar con un cuento de ella. Lo leí y, caray, es un cuento cortito, ácido, alucinante y muy divertido. Espero y les guste, me lo he robado y pegado a continuación:






LA DEBUTANTE
Leonora Carrington


En mis tiempos de debutante, iba a menudo al parque zoológico. Iba tan a menudo que conocía más a los animales que a las chicas de mi edad. Quería huir del mundo, y por eso me encontraba todos los días en el zoológico. El animal que mejor llegué a conocer era una hiena joven. Ella me conocía a mi también. Era muy inteligente. Le enseñé a hablar francés y, a cambio, ella me enseñó su lenguaje. Así pasamos muchas horas agradables.
Para el primero de mayo, mi madre había organizado un baile en mi honor. Sufrí durante noches enteras: siempre he detestado los bailes, sobre todo los que se celebran en mi honor.
La mañana del 1 de mayo de 1934 fui muy temprano a visitar a la hiena.
– ¡Qué asco! –le dije–. Esta noche tengo que ir a mi baile.
–Tienes suerte –dijo ella–; a mí me encantaría ir. No sé bailar, pero en cambio sé mantener una conversación.
– Habrá muchas cosas de comer –dije–. He visto llegar a casa carros repletos de comida.
– Aún te quejas –respondió la hiena con desaliento–. Yo sólo como una vez al día, ¡y me tienen jeringada con tanta bazofia!
Se me ocurrió una idea audaz; estuve a punto de echarme a reír.
– No tienes más que ir en mi lugar.
– No nos parecemos lo suficiente; si no, sí que iría –dijo la hiena un poco triste.
– Escucha –dije–, con las luces de la noche no se ve muy bien.
Con un poco que te disfraces, nadie reparará en ti entre la multitud.
Además, tenemos casi la misma estatura. Eres mi única amiga; te lo pido por favor.
Se puso a pensar sobre esta cuestión. Comprendí que tenía intención de aceptar.
– De acuerdo –dijo de repente.
A esa hora de la mañana no había muchos guardas. Abrí rápidamente la jaula, y en un instante estuvimos en la calle. Llamé un taxi. En casa, todo el mundo estaba acostado todavía. Una vez en mi cuarto, saqué el vestido que debía ponerme por la noche. Era un poco largo, y la hiena andaba con dificultad con mis zapatos de tacón alto. Encontré unos guantes con que taparle las manos, demasiado peludas para parecerse a las mías. Cuando el sol iluminó mi habitación, la hiena dio varias vueltas alrededor, andando más o menos derecha. Estábamos tan ocupadas que mi madre, que venía a darme los buenos días, estuvo a punto de abrir la puerta antes de que la hiena se escondiera debajo de mi cama.
– Este cuarto huele muy mal –dijo mi madre, abriendo la ventana–; antes de esta noche date un baño perfumado con mis nuevas sales.
– Está bien –le dije.
No se entretuvo mucho. Creo que el olor era demasiado fuerte para ella.
– No te retrases para el desayuno –dijo al irse.
Lo más difícil fue encontrar un disfraz para la cara de la hiena. Estuvimos buscando horas y horas: rechazaba todas mis sugerencias. Por fin dijo:
– Creo que he encontrado la solución. ¿Tienes criada?
– Sí –dije, perpleja.
– Pues verás: vas a llamar a la criada; y cuando entre, nos lanzamos sobre ella y le arrancamos la cara; llevaré su cara esta noche en lugar de la mía.
– No lo veo práctico –dije yo–. Probablemente morirá en cuanto pierda la cara; alguien encontrará su cadáver, y nos meterán en la cárcel.
– Tengo hambre suficiente como para comérmela – replicó la hiena.
– ¿Y los huesos?
– También –dijo. ¿Te parece bien?
– Sólo me prometes matarla antes de arrancarle la cara. Si no, le va a doler demasiado.
– Bueno, me da igual.
Llamaré a Marie, la criada, no sin cierto nerviosismo. Desde luego, no lo habría hecho si no odiara tanto los bailes. Cuando entró Marie, me volví de cara a la pared para no ver. Confieso que todo sucedió deprisa. Un breve grito, y se acabó. Mientras la hiena comía, estuve mirando por la ventana. Unos minutos después dijo:
– Ya no puedo más; aún quedan los pies, pero si tienes una bolsa, me los comeré más tarde, a lo largo del día.
– En el armario encontrarás una bolsa bordada con flores de lis. Saca los pañuelos que tiene y quédatela.
Hizo lo que le había indicado. A continuación, dijo:
– ¡Vuélvete ahora y mira qué guapa estoy!
Delante del espejo, la hiena se admiraba con las facciones de Marie.
Se lo había comido todo cuidadosamente hasta el borde de la cara, de forma que quedaba justo lo que hacía falta.
– Es verdad –dije–, lo has hecho limpiamente.
Al atardecer, cuando la hiena estuvo completamente vestida, me anunció:
– Me siento muy en forma. Tengo la impresión de que voy a tener un gran éxito esta noche.
Cuando ya llevaba un rato oyendo la música abajo, le dije:
– Ve ahora, y recuerda que no debes ponerte junto a mi madre: probablemente se daría cuenta de que no soy yo. Aparte de ella, no conozco a nadie. Buena suerte.
La besé al despedirme, aunque exhalaba un olor muy fuerte.
Se había hecho de noche. Cansada por las emociones del día, cogí un libro y me abandoné al descanso cerca de la ventana. Recuerdo que estaba leyendo Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. Al cabo de una hora, quizá, surgió el primer signo de desgracia. Un murciélago entró por la ventana dando pequeños chillidos. Me dan un miedo terrible los murciélagos. Me escondí detrás de una silla castañeando los dientes. No había hecho más que arrodillarme, cuando los aleteos fueron sofocados por un gran ruido que provenía de mi puerta. Entró mi madre, pálida de furia.
– Acabábamos de sentarnos a la mesa –dijo–, cuando ese ser que ocupaba tu sitio se levanta gritando: “Conque tengo un olor un poco fuerte, ¿eh? Pues claro; yo no como pasteles”. Y a continuación se ha arrancado la cara y se la ha comido. Y con un gran salto, ha desaparecido por la ventana.




***




De gustarles, han de dar las gracias —aunque sea mentalmente— a Any Morales, una compañera-diplomática, quien lo colgó en su muro, incluso con ilustración:





jueves, 16 de junio de 2011

De cuando se canta el cuento VII

Del disco La diferencia,
la canción "La colilla",
por Albert Pla:



Humo, que que toy que hecho humo

Era una camioneta repleta
de espaldas mojadas yendo a la frontera
buscando la meca buscando la happy
buscando Miami y la vida light

Les esperaban los Federales
licenciados en humanidades
vaya coraje muerte al mestizaje
ni el General Custer fue tan salvaje

¡Los quiero todos vivos o muertos!
Gritó el sargento a la caza del indio
doy diez mil pesos a quien me traiga
la cabellera del más mestizo

Y una cabeza cayó en la arena
ahí en la arena cayó la cabeza
de Carlos Cuesta último descendiente
de Moctezuma un jefazo azteca

Su cabeza cayó en la arena
ay en la arena cayó la cabeza
de Carlos Cuesta ya estaba muerta
pero aún iba fumando y rodando y fumando

Y el cigarrito cayó de sus labios
sería por miedo que siguió rodando
huyendo y rodando sin darse cuenta
cruzó la frontera y se puso a salvo

¡Welcome to United States of America!
Santa Bárbara bendita
protege a esta pobre colillita
que está que echa que echa humo

Y esta es la historia de un cigarrito
o mejor dicho de la colilla
de un cigarrito que fue rodando
desde Laredo hasta Washington
ah y pa' una colilla la chispa de la vida
no es la coca-cola es la gasolina
a ver ¿qué es lo que pasa si una colilla
se cuela en una gasolinera?
¿eh? ¿qué es lo que pasa?
pues que hace ¡pummm!
pues que hace ¡pufff!
la explosión se oyó en todo Texas
era el comienzo de una gran gesta

Pues una chispita pilló una tubería
de esas subterráneas de gas homicida
que explotó bajo una refinería
de esas petrolíferas nuclearizadas

Y también gracias a la policía
y al súper cuerpo de los bomberos
se extendió el fuego de pozo en pozo
desde El Paso hasta San Antonio

Y es que el petróleo es superinflamable
así que Texas voló por los aires
era la hoguera de las vanidades
era el infierno de los cobardes

Y con tanta industria y con tanta cañería
tanto cableado tan bien comunicado
fue muy sencillo pa' la colilla
sembrar de fuego todo el Estado

Y una central nuclear por aquí
un arsenal militar por allá
y en un plis plas de aquí para allá
Santa Bárbara qué barbaridad

Y el fuego seguía seguía y seguía
Alabama Missouri Louisiana Georgia
y lo peor es que nadie sabía
qué pasaría llegando a Florida
que en una centésima de milésima
explotó esa base de la marina
de esas que fabricaba yo qué sé
porquerías atómicas químicas
muy radioactivas

A tomar po'l culo toda Florida
las dos Carolinas la pobre Virginia
y en el Oeste llegaban noticias
que el fuego seguía seguía y seguía
el fuego se iba de New Laredo
cruzando el desierto por el gaseoducto
y en California fue recibido
con artificios y pirotecnia

¡Welcome to United States of America!
Santa Bárbara bendita
protege a esta pobre colillita
que está que echa que echa humo

La cabeza de Carlos Cuesta
seguía muerta tirada en la arena
pero su cigarro estaba triunfando
se estaba cumpliendo el Sueño Americano.

En San Francisco era la sensación
estaba de moda en toda la nación
entró en San Diego por la puerta grande
la costa Oeste estaba a sus pies

Y muchos efectos especiales
pa' quemar todo Silicon Valley
llegó a los Ángeles ¡viva el buen cine!
se quema la industria de Hollywood

Luego la colilla se fue pa’ Las Vegas
tirada en la acera vio otra colilla
le prendió fuego juega conmigo
apuesto al rojo a que lo quemo todo

Así que todos los cigarritos
tirados pisados los más oprimidos
se hicieron todos del Sindicato
había nacido la mafia del fuego

Mientras en algún estado sureño
un montón de puros habanos
sembraba el caos dando po'l culo
a los Marlboros americanos

Era la orgía de las colillas
era la fiesta de Halloween
Operación Galimatías
Arriba y arriba y arriba iré

(Himno americano)

Les habla el Presidente
de los Estados Unidos de América
nuestro país está siendo atacado
pero tranquilos que desde el gobierno
lo tenemos todo controlado

Y una mierda todo controlado
todo se estaba yendo al carajo
ni el Séptimo de caballería
pudo evitar tal carnicería

Nebraska y Kansas ya no existían
de Colorado no quedó ni rastro
Amarillo estaba al rojo vivo
y Dallas y Phoenix ardía y ardía

El fuego ardía como el Jack Daniels
era más tóxico que el McDonald
qué mal que huele cuando se quema
una bandera con tanta estrella

Y se nos quema el salvaje oeste
ahí va qué peste qué mala suerte
arde Wyoming arde Oregon
arde Wisconsin arde Washington

Y es una súper superproducción
mega espectaculo televisivo
con muchos extras muy bien dirigido
muy aplaudido en el resto del mundo

Es una cosa muy rara muy rara
declaraba la NASA no sé lo que pasa
y en el Pentágono ya preparaban
cuáles serian las represalias

Y en el País de las Maravillas
todo se quema mucho más aprisa
sin FBI ni marines ni CIA
todo a la mierda justicia divina

Y es la venganza de Moctezuma
va por Chile por Guatemala
por Argentina por Nicaragua
¡y así se queman las dictaduras!

Houston tenemos un problema
Houston tenemos un problema
que que estoy que hecho humo

Y Santa Bárbara baila que baila
de su mirada tan inmaculada
lanzaba rayos lanzaba truenos
sobre la tierra norteamericana
y era todo como Disneylandia
mucha fantasía muy bien animada
cuando más arriba se sube en la cima
más duro seguro será la caída
Porque luego vinieron las plagas
y salieron las ratas buscando carne humana
y la lluvia ácida arrasaba Wisconsin
toda Minneapolis y Indianápolis
adiós Wisconsin adiós Detroit
adiós Boston adiós cowboys
se nos quema la gran Babylón
la colilla por fin llegaba a New York

Entró en Manhattan a la gran manzana
me la como asada me la como guisada
y es que la colilla era muy sibarita
una gran amante de la buena cocina

Y es que la colilla ya no sabía
si estaba huyendo de la policía
llegó a la playa cogió una madera
me voy pa’ España la Madre Patria
llegó a la playa cogió una madera
me voy pa’ España la Madre Patria

five four three two one ¡fire!