De un librito rojo, llamado Infancia sin fin, que recopila fragmentos sobre la infancia escritos por Pessoa, en todos sus trajes, tomo los siguientes versos nada huérfanos:
Un día me entró sueño como a cualquier niño.
Cerré los ojos y me dormí.
Aparte de esto, he sido el único poeta de la Naturaleza.
***********
Arranqué el pobre juguete de las manos del niño y le
pegué.
Sus ojos asustados de mi hijo que quizá tendré y al que
también matarán
me pidieron sin saber cómo piedad para todos.
***********
Ni se sueña
ni se vive:
es una infancia
sin fin.
***********
(Come chocolates, pequeña;
¡come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo
que los chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que
la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Si yo pudiera comer chocolates con la misma verdad
que tú los comes!
Pero yo pienso y, al quitar el papel de plata, que es
de estaño,
tiro todo para el suelo, como he tirado la vida.)
El balón que un niño lanza
sube más que mi esperanza,
rueda más que mi deseo.
Un día me entró sueño como a cualquier niño.
Cerré los ojos y me dormí.
Aparte de esto, he sido el único poeta de la Naturaleza.
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Arranqué el pobre juguete de las manos del niño y le
pegué.
Sus ojos asustados de mi hijo que quizá tendré y al que
también matarán
me pidieron sin saber cómo piedad para todos.
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Ni se sueña
ni se vive:
es una infancia
sin fin.
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(Come chocolates, pequeña;
¡come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo
que los chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que
la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Si yo pudiera comer chocolates con la misma verdad
que tú los comes!
Pero yo pienso y, al quitar el papel de plata, que es
de estaño,
tiro todo para el suelo, como he tirado la vida.)
El balón que un niño lanza
sube más que mi esperanza,
rueda más que mi deseo.
Las pompas de jabón que este niño
se entretiene en soltar de una pajita
son translúcidamente toda una filosofía.
Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza,
amigas de los ojos como las cosas,
son lo que son
con una precisión redondita y aérea,
y nadie, ni siquiera el niño que las suelta,
pretende que sean más que lo que parecen ser.
***********
Soy un evadido.
Desde que nací,
En mí me encerraron,
Ah, pero yo huí.
Cuanto yo amé, si es que lo amé, lo ignoro,
Y es cual la infancia de otro. Ya no sé
Si lo lloro, si creo que lo lloro,
Si lloro por creer que lloraré.
***********
Es por mí que, de niña, soñaste aquellos sueños
que son juguetes.
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El niño que antes fui llora en la estrada
Porque allí quien fui luego le dejó;
Pero hoy, al ver que lo que soy no es nada,
Quiero buscarlo donde se quedó.
***********
Se sintió jugar
y exclamó: ¡Soy dos!
Hay uno que juega
y otro que lo sabe;
uno me ve jugar
y el otro me ve mirarlo…
***********
El niño
eterno me
acompaña siempre.
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