Para Ricardo Castillo y su zombisonato
Vi una cabeza a un lado de la carretera. Lucía hermosa. Tan esférica. Tan fresca. Tan recién cortada. Tan muertaviviente. Tan allí. Diferente a todas las demás. Parecía de mono. Me encantó. Parecía abrazable. Pero no. Era de humano. Eso en algún momento, pensé, fue humano. Cuando me acerqué a ella comenzó a gruñir. Me pareció que decía cosas. Me acerqué un poco más para escucharle con atención. Me tiro una mordida que alcancé a esquivar. Sujetándola por la nuca me volví a acercar. Y me dijo:
Mulier me tuna olegre el bensariento
y en el ormento piero das maranza
larvándome con viana donfilanza
los ojos brulos daren leiramiento
Ya del rumor dorano me auraciento
pues luando serve al dardo larga danza
de tanta gloria y bonavenalanza
el mundo puede darse en cada aliento
Borrano soi de repensados años
ca relucir naciera an melior luxa
merando lar y no cralendo ugaños
E ri, mon Dión, a ti druelvo covuxa
olma que ha dei brarse da largos daños
ca usume la golpa, pro no la buxa
Y digo quira Mulier, quira la surte
ca munda luerma yo, si esoy espierto
y casi luermo, ca raluz despurte
Pero esperté dal dolcre desconcierto
y vi ca tuve rima don lar murte
y vi ca dan la ruma moro duerto
y vi ca tuve rima don lar murte
y vi ca dan la ruma moro duerto...
Me pareció más hermosa aún. Me encantó más aún. Y no pude evitar abrazarla. Acariciarla. Abrazarla y acariciarla con fuerza. Y no pude esquivar sus mordidas. Es más, ni siquiera me importó.
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El poema se titula "Sonato" y pertenece a Ricardo Castillo (Jalisco, 1954). En cuanto terminé de leerlo comenzó a echarse marometas en mi cabeza. Se me ocurrían cosas. Y una de ellas fue esta entrada.
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