domingo, 29 de abril de 2012

19. Letras nada huérfanas: COLGADITO ME VEO MÁS BONITO






Lo primero que recuerdo es haber girado varias veces. Me estanqué, me atoré y ahora vivo aquí.


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El fresco de la mañana es lo primero que me llega. Después luz tenue. No alcanzo a ver el sol de frente, ese tinaco me lo impide.


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Justo frente a mí, una ventana acortinada. Acaba de despertar. Una sola línea delimita quién es ella. Cruza sus brazos por enfrente. Mientras los levanta los desenreda. Tira algo al suelo.


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Bajo de mí se despierta la ciudad. Las pisadas anuncian a los transeúntes. Todos oficinistas, algunos obreros, otros estudiantes, los demás vagabundos.


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Alcanzo a ver el final de la calle y justo donde da vuelta el aire, la esquina adornada con un altar a un santo que no reconozco. Acaba de pasar un hombre vestido de naranja. La calle se ve limpia.


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Si hubiera una lupa sobre mí, el sol acabaría por agujerarme un costado. Los comercios llevan unas horas abiertos. Andando: las señoras que van por el mandado, las señoras que van por los niños más pequeños, las señoras que platican en las entradas de sus casa recargándose en sus escobas, los niños que decidieron irse de pinta.


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Rojo. Verde. Amarillo. Rojo. Verde… Se frenan… esperan… algunos no… que impacientes. Tres niños. El más grande en la base. El segundo siempre es el de en medio. El tercero, la cúspide.


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La ventana está abierta, la cortina corrida, la cama destendida, la ropa en el suelo, la puerta entreabierta. Veo la espalda de una mujer mientras llega al final de la calle.


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Acaba de dar vuelta.


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El mayor bullicio del día. Motores, llantas que rechinan, conversaciones adolescentes durante el camino de vuelta a casa. Los tres niños hacen malabares con naranjas y limpian parabrisas.


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La calle empezó a vaciarse, por eso puedo ver la parte superior de una simbólica tumba en el suelo. Alguna vez tuvo flores. La última que queda está seca.


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Llegaron varias personas a la tienda de la esquina. Tardaron un rato, compraron algo, pero salen con las manos vacías, mirando de un lado a otro. Esa tienda ni siquiera se ve surtida.


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Ya se puso el puesto de las quesadillas y el señor de los elotes.


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Otra ventana abierta. Una mujer llorando se acerca a la ventana para vigilar a sus hijos que dan vueltas en sus bicicletas debajo de mí. Tiene el labio hinchado, el ojo amoratado.


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Más clientes para la tiendita. Vuelven a comprar y vuelven a salir con las manos en los bolsillos. I’m waiting for my man. / Twenty-six dollars in my hand.


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En la calle de a lado el marcador 0 – 2. Los equipos son desiguales.


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Me deslumbra el poste de luz.


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El juego terminó mal. Son malos perdedores. Empezaron los golpes.


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Las pisadas de vuelta. Suenan más cansadas, fastidiadas. Anduvieron bastante. Ahora sólo quieren llegar y aventar los zapatos.


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Me molestan las luces de las patrullas. Los policías entraron a la tiendita. Ellos traen más de twenty-six dollars.


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Llevan un rato cerradas las cortinas de tela y metal. El señor de los esquites terminó de vender y las quesadillas ya no tienen clientela.


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Dos pares de pisadas caminan dándole la espalda a la luz. Tacones agitados que llevan prisa son seguidos por zapatos planos. Ellos no se aceleran pero no pierden de vista a los tacones.


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Están pasando justo debajo de mí. Acaban de pasarme. Llegaron a la esquina. Doblaron en la misma esquina.


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Los tres niños comparten la banqueta con un señor barbado, encanecido que pasa todo el día merodeando esta calle como yo. Ellos descansan de su jornada, levantan una coladera y se van a dormir. El hombre se ha acurrucado en la cortina cerrada de la tiendita.


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Algunas pisadas se acercan con más fuerza. Se pretenden agiles y escurridizas, pero otras las persiguen y las detienen abruptamente. Apenas llegaron a la esquina del altar, ese poste tiene el foco fundido. Lo están golpeando, lo están aventando. Cae al suelo y lo están pateando. Se quedó tirado bocabajo. Los otros ya no se ven.


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Su cortina de nuevo está cerrada. Su luz está encendida


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Por ahora me acompañan los grillos y los ruidos de los cables de luz.



O.S.T. (Old Shoe Talking):
Colgadito me veo más bonito
Foto: “Territorial” por Roadsworth.
Fuente: http://andador19.blog.com/2012/04/25/colgadito-me-veo-mas-bonito-2/

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