En la juguetona y extraterrestre de Radiador, más exactamente la 9, me he colado con un poema ovni-religioso-actual. Para curiosear en la siempre curiosa revista, acá el ISSUU:
Este cuento-canción la escuchaba, cada fin de semana, en mi infancia, desde la casa de enfrente. Los vecinos la ponían, mientras tomaban y coreaban y le daban a una guitarra. Y ahora, que han pasado las décadas, yo vivo en esa casa de enfrente y me vuelvo a topar con la canción-cuento en la red:
No señor apache - Los Apson
(¡Au-au-au-au-au!, ¡abhabhabhabhah!, ¡au-au-au-au-au!... ouooh) Aquel famoso día se lanzó la caballería a una lucha cruel. Pero al llegar los indios desde atrás una voz temblorosa empezo a decir: ¿Qué hago yo aquí? No señor apache, no me pegue usted. No señor apache, pues me va a doler. Yo no quería venir, sabía que me iban a fundir pero me dijo mi mamá: "Andale hijito, vete a luchar".
No señor apache, no sea usted tan cruel (¡Ohohoh, oooh!) ¡Hey! ¿Cuál será la palabra india para decir "amigo"? Mmm, sí, "Quimosabi", eso es, "Quimosabi". ¡Oigánme! ¡Yo, quimosabi! (¡Tsss!... ¡Glup!) No, esa no es, señor apache, ¿qué le parece si nos vemos mejor la próxima semana? ¡Hey Pancho, agáchate! (¡Tsss!) ¡Pobre tipo! Eso le pasa por cabezón, tan bonito copete.
Todos en la lucha demostraban una gran fiereza y un gran valor. Todos menos uno que con voz temblorosa no dejaba de decir: ¿Qué estoy haciendo yo aquí? No señor apache, no vine a pelear, oiga señor apache, vamos a pactar. Si usted quiere me puedo ir, pues tengo una cita a las 6 y no me gustaría llegar ni muerto ni rapado como usted me va a dejar.
No señor apache, no sea usted tan cruel (¡Ohohoh, oooh!) ¡Oiga amigo! Si no me deja en paz yo soy muy bueno para matar indios salvajes (¡Tsss!) Ja-ja, que mal chiste, ¿verdad? (¡Tsss!... ¡Glup!... ¡Tsss! ¡Tsss! ¡Tsss!) Adiós... ya entregué los tenis...
Una reseña lacolzeana, sobre Opiniones de un payaso de Böll, que se ha colado por las páginas de la lagunera Acequias 58, en su retorno a versión impresa. Pero acá el ISSUU:
Por lo general veo a las moscas estrellarse contra el vidrio una y dos y tres y más veces. La misma mosca. Hoy he visto a una mosca gorda y negra ser atrapada y escupida por las hélices del ventilador del techo. Y la he visto volver a meterse una segunda y tercera vez. La misma mosca. Como si para ella se tratara de un juego mecánico o un fin kamikaze.
Porque estos tiempos están alborotados, porque vendría bien una temporadita jipiteca, porque en estos tiempos hace falta recordar la revolución de Emiliano Zapata y de otros más, porque no sólo de letras vive el hombre: