miércoles, 14 de abril de 2010

Salud vía verbum

Ella me dice que es sano decir lo que uno siente.
_______ Y yo le digo que sí, que puede ser.
_______ Ella me dice que como no suelo decir muchas de las cosas que siento, que por eso me enfermo más fácilmente de gripe.
_______ Y yo le digo que el que no las diga no significa que no las sienta.
_______ Pero ella contraataca diciendo que con más razón debiera decirlas, me dice que decir las cosas es bueno para el cuerpo y más para el alma.
_______ Y yo no me atrevo a contradecirle, y mucho menos a decirle que qué se le va a hacer cuando a uno le ha tocado nacer torcido en cuerpo y alma.

2 comentarios:

  1. Son las palabras las que a veces enferman.
    Las palabras hecha materia, hecha situaciones, convertidas también en carne y hueso.
    Cuando la vista es gris, la ceniza barre el aire, el odio se filtra entre los dientes y la tristeza se desborda por los ojos.
    También la nomenclatura extra-terrestre que se inyecta en las venas, contaminando todo lo que somos.
    Lo que significan ésas palabras, es lo que enferma.
    Si, podríamos mejor encontrar palabras menos viciadas, no le hace que haya contaminación, ni limosneros, tampoco corrupción ni neglicencia. No le hace.

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  2. quizá también amar torcidamente. ¿Y qué, y qué?

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