martes, 8 de junio de 2010

Letras nada huerfanas I


Canción de la niñez (Lied vom kindsein)


Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.

Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.

Cuando el niño era niño,
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ningún hábito,
frecuentemente se sentaba en cuclillas
y echaba a correr de pronto,
tenía un remolino en el pelo
y nunca posaba cuando lo fotografiaban.

Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué yo soy yo y no soy tú?
¿Por qué estoy aquí y por qué no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Es la vida bajo el sol tan sólo un sueño?
Lo que veo y oigo y huelo,
¿no es sólo la apariencia de un mundo frente al mundo?
¿Existe de verdad el mal y gente que en verdad es mala?
¿Cómo es posible que yo, el que yo soy, no fuera antes de existir;
y que un día yo, el que yo soy, ya no seré más éste que soy?

Cuando el niño era niño,
le costaba tragar las espinacas, los chicharos,
el arroz con leche y la coliflor al vapor.
Y ahora come todo y no por obligación.

Cuando el niño era niño,
despertó una vez en una cama extraña,
y ahora lo hace una y otra vez.
Muchas personas le parecían bellas,
y ahora, con suerte, sólo en ocasiones.
Imaginaba claramente un paraíso,
y ahora, cuando mucho, lo adivina.
Nada podía pensar de la nada
y ahora se estremece ante ella.

Cuando el niño era niño,
jugaba abstraído,
y ahora se concentra como antes
sólo cuando se trata de su trabajo.

Cuando el niño era niño,
como alimento le bastaba una manzana y pan
y hoy sigue siendo así.
Cuando el niño era niño,
las moras le caían en la mano como sólo caen las moras
y aún sigue siendo así.
Las nueces frescas le eran ásperas en la lengua
y aún sigue siendo así.
Encima de cada monte ansiaba un monte más alto,
y en cada ciudad ansiaba una ciudad todavía más grande…
y aún sigue siendo así.
En la copa de un árbol cortaba las cerezas emocionado
como aún lo sigue estando.
Era tímido ante los extraños
y aún lo sigue siendo.
Esperaba la primera nieve…
y aún la sigue esperando.

Cuando el niño era niño,
lanzó un palo como una lanza contra un árbol…
y ésta aún sigue ahí, vibrando.



Escrito por Peter Handke para la película Las alas del deseo, dirigida por Wim Wenders.



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