lunes, 23 de mayo de 2011

A la derecha del padre

Estoy sentado a la derecha del padre que carga a su hijo de tres años y en frente se encuentra una señora de pelo chino con la bolsa del mercado encarcelada entre sus piernas y a su izquierda se encuentra sentado un tipo tan alto que pareciera que va de pie y en frente de él se encuentra un tipo esquelético y de cejas pobladas que está sentado a la derecha del padre que ya ha abajado al niño de tres años. Quizás cuatro. El metro se detiene. Gente sale y gente entra. Yo sigo sentado a la derecha del padre que no suelta la mano del hijo de tres o quizás cuatros años y que enfrente se encuentra un tipo de traje que se ha peinado con medio kilo de gel para poderse lamer y que a su izquierda se ha sentado una señorita con el uniforme de McDonalds y que tiene la mirada más tierna que jamás haya visto nadie en ese metro y el tipo que está enfrente de ella no se atreve a mirarla a la cara por temor a contaminar tal mirada. No tiene el valor. Además el metro se ha detenido y la gente ha salido y entrado. Y yo sigo sentado a la derecha del padre que vuelve a cargar a su hijo de tres o cuatro años y en frente se ha sentado una señora que esconde su rostro detrás de una TvyNovelas y a su izquierda la señorita de la mirada tierna y en frente de ella un tipo que ni siquiera se atreve a sonreírle para agradecerle tal mirada. No se atreve. No tiene el valor. Ni siquiera porque se encuentra sentado a la derecha del padre.

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