domingo, 25 de marzo de 2012

La segunda venida

Yo espero con fervor la venida de Cristo antes de que sea diciembre y los mayas nos jodan. En serio. Pero quiero que regrese él, el Cristo, en un ovni oldie y con unas bocinas arriba, como las del carrito que pasa por enfrente de mi casa con una canción que grita "Ya llegaron las gorditas, calientitas de cocedor / hay de rajas, de frijoles, hay de queso y de chicharrón". Pero yo no quiero que él, el Cristo, nos venda gorditas de cocedor. En todo caso que nos las regale, como los candidatos a la presidencia nos regalan lonches o despensas para comprarnos el voto. Pero yo no quiero que él, el Cristo, nos compre la fe, ni siquiera los votos. Pero sí quiero que venga. ¿Apoco no estaría padre que además de las gorditas, antes de juzgarnos a todos, a vivos y a zombis y a muertos, nos regalara también a toda la prole jugo de arándano? Pero bien frío, porque caliente no sabe igual. Las gorditas sí deben de estar calientes. Esas no deben de estar frías. La misma canción lo reza. Si él, el Cristo, regresa así entonces sí. Si no no andaré allí con él, con el Cristo. Si no no tiene caso alguno. Si no no tiene caso. Si no no. ¿Para qué?

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